lunes, 29 de agosto de 2016

Poemas de Annie Altamirano - II Encuentro de Mujeres Poetas "Villa de Piedrahíta"

(De la rama pende amarillenta)

De la rama pende amarillenta,

Los delicados nervios guardan un estertor verdoso.

El viento de noviembre arremete

inclemente.

El pecíolo obstinado resiste.



Abajo, las piedras escarchadas abren sus fauces

y esperan a que caiga

la última

hoja                                                            

del

otoño



¡NO!


Manos,

tus manos,

tus dos manos

me tocan insistentemente

a lo largo del cuerpo.



Pies,

tus pies,

tus dos pies

se acercan

implacablemente

buscando mi carne.



Puños,

tus puños,

tus dos puños

dejan amapolas violetas

en el hueco de mi espalda.



Labios secos donde murieron los besos.

Ojos ciegos sin lágrima posible.

Desnuda,

despojada,

inerme,

sin reflejo de convocar

la fuerza del vientre ancestral

para alejar

tus manos,

tus pies,


tus puños …

… la oscuridad …





Octubre

Grisea la tarde en las ventanas.

Los árboles van mudando el vestido.

Llovizna sobre el asfalto

de este octubre nuevo

atardecido de ciudad

que me sale al paso,

se me sube por los ojos,

me besa en la boca

y me inventa un verso

donde la piel y la magia se abrazan.



La lluvia se adueña de las palabras

y promete una tregua.

Las horas vagan por las calles

pobladas de andares y luces que despiertan.



Regresan rumores de lluvias anteriores.

En la orilla sur de la memoria

Es octubre primavera y jacarandás azules,

Afectos redimidos donde desagota la nostalgia,

Vivencia primigenia que vuelve a su origen.



Me crecen estrellas en el hueco de la mano

y octubre otoñea entre lluvias y neblinas.

Anida el último resplandor en los campanarios.

En ese instante fugaz mi geografía

trasciende los límites del mapa.



Amnistía

Quisiera recogerme

en la siesta perezosa de los sauces,

desenredar hilos de luna

de las piedras del arroyo,

inventar un puente

desde la orilla de mi infancia hasta mi memoria.



Me brota mayo con la lluvia,

o tal vez sea septiembre.



Sobrevuela los senderos de lavanda

una libélula.

Llega el colibrí vespertino

a libar de las rosas de tu jardín

y logro, en sus alas,

amnistiar tu recuerdo.

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